Esposa-de-KyojuroR
Prólogo
Antes del despertar...
Morir no dolió tanto como había imaginado.
Hubo dolor, sí. Un ardor que se extendió por el pecho, una sensación de asfixia que me arrancó el aire de los pulmones, como si el mundo hubiera decidido cerrarse sobre mí de golpe. Pero lo verdaderamente aterrador no fue eso.
Fue el silencio.
No hubo túnel de luz, ni voces llamándome, ni recuerdos pasando frente a mis ojos como en las películas. Solo oscuridad. Una calma pesada, absoluta, que me envolvió hasta borrar cualquier noción del tiempo.
Pensé que eso era todo.
Que la muerte era simplemente dejar de existir.
Floté -si es que podía llamarse así- en aquel vacío sin forma ni sentido. No tenía cuerpo, pero conservaba mis pensamientos. Mis recuerdos. Mi conciencia. Y con ellos llegó el arrepentimiento.
Pensé en mis padres.
En todo lo que no les dije.
En las disculpas que nunca pronuncié.
En la vida que apenas comenzaba y que me fue arrebatada sin aviso.
Dieciséis años no eran suficientes.
Quise gritar. Quise llorar. Quise volver atrás.
Pero el vacío no responde a los deseos humanos.
Y entonces... algo cambió.
Un tirón brusco, violento, como si alguien me arrancara de la nada. El silencio se rompió. El frío dio paso a una sensación sofocante, opresiva. Dolor. Presión. Caos.
Y ruido.
Un llanto desgarrador escapó de mi garganta antes incluso de que pudiera comprender que era mío.
Había vuelto a tener un cuerpo.
El mundo regresó en fragmentos: luces difusas, voces distorsionadas, manos tocándome, envolviéndome, sosteniéndome. No entendía las palabras, pero reconocía el tono: alivio, emoción, amor.
Alguien me abrazó con cuidado.
Y por primera vez desde mi muerte, sentí calor.
No sabía dónde estaba.
No sabía quién era ahora.
Pero algo dentro de mí comprendió que aquello no era un simple renacer.
El destino no me había devuelto a la vida por capricho.
Había una historia esperándome.
Una que ya conocía...
Y que esta vez, ten