Cuando la vida de Raúl corre peligro debido a un inesperado ataque, se ve obligado a contratar escolta, teniendo que sacrificar su libertad y tranquilidad al tener que convivir con su guardaespaldas, quien por su parte, se convierte en el receptor de insultos y malos tratos de su protegido, teniendo que poner a prueba su paciencia mientras el odio entre ambos se hace presente, sin embargo, con el pasar de las semanas, se darían cuenta que el odio no sería lo más intenso que sentirían el uno por el otro, pues de pronto la tensión entre los dos crecería de una manera sumamente imprevista, derivando en situaciones y sentimientos que ninguno de los dos podía controlar, y entonces, lo que había iniciado como una obligación, se convierte en una necesidad innegable por parte de ambos. "...-Lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia, y tú nunca me fuiste indiferente..."

Para el señor Reborn, Álvarez era un nuevo y novato asistente, uno al que debía acostumbrarse. Para Raúl Álvarez, el señor Reborn era su nuevo jefe, uno con un difícil temperamento y una actitud cambiante. Un nuevo trabajo siempre conlleva cambios, desafíos y nuevas experiencias, aunque tal vez, este venía acompañado de mucho más que eso. Si una relación laboral va más allá de los limites permitidos, podían encontrarse experiencias muy interesantes, inexploradas, y muchas veces nuestra más grande pasión, se encuentra en los lugares menos esperados, aunque romper las reglas, podía venir con un precio muy alto.

No tenían mucho tiempo de conocerse, pero era como si sus almas estuvieran destinadas a estar juntas. ¿Caerían ante el deseo, aunque eso significaba la posibilidad de perder a un amigo? O callarían, por temor al rechazo y la vergüenza. ¿Cuánto tiempo puede una persona soportar sin estar con aquél a quien en verdad ama?