‿︵•‿︵•‿︵•‿︵‿︵•‿︵•‿︵• 𝐓𝐫𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫 𝐚 𝐮𝐧 𝐛𝐞𝐛é 𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐞𝐝𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐛𝐚𝐬𝐮𝐫𝐚, 𝐒𝐚𝐞 𝐲 𝐒𝐡𝐢𝐝𝐨𝐮 𝐬𝐞 𝐯𝐞𝐫á𝐧 𝐬𝐮𝐦𝐞𝐫𝐠𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐚𝐣𝐞𝐭𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬... ➤ 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐑𝐲𝐮𝐒𝐚𝐞 𝐒𝐡𝐢𝐝𝐨𝐮 𝐓𝐨𝐩 𝐒𝐚𝐞 𝐁𝐨𝐭𝐭𝐨𝐦 ➤ 𝐄𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐫á 𝐡𝐢𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐞𝐣𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐚𝐥, 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐫á 𝐦𝐞𝐧𝐜𝐢ó𝐧 𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬 𝐚𝐥 𝐚𝐯𝐚𝐧𝐳𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚. ➤ 𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐟𝐢𝐜 𝐧𝐨 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐧𝐨𝐧 ➤ 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐡𝐢𝐣𝐨 𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐫𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐑𝐲𝐮𝐒𝐚𝐞 🎖1# 𝐑𝐲𝐮𝐬𝐚𝐞 𝟐𝟎/𝟏𝟐/𝟐𝟎𝟐𝟓 🎖1# 𝐒𝐚𝐞 𝟐𝟎/𝟏𝟐/𝟐𝟎𝟐𝟓 ‿︵•‿︵•‿︵•‿︵‿︵•‿︵•‿︵•

Cuando Zenitsu recibió el formulario de consentimiento para entrar a la cámara de celo acompañado de un alfa, estuvo a punto de escribir el nombre de Tanjiro sin pensarlo. Pero se detuvo. "Tanjiro..." pensó con ternura, recordando cada vez que su alfa se había asegurado de que él consintiera todo, cada caricia, cada beso, cada paso en su relación. Cuántas veces lo había mirado con esos ojos carmesí llenos de preocupación genuina, preguntándole "¿estás seguro?", "¿esto está bien para ti?". Dar por sentado que Tanjiro querría pasar su celo con él (aunque en el fondo lo supiera) se sentía irrespetuoso, casi como traicionar toda esa dedicación que su alfa había puesto en respetar sus deseos. Debía preguntárselo. Debía corresponder ese mismo respeto. Apretó los labios, con el corazón latiéndole con fuerza, y corrió al patio donde sabía que Tanjiro estaría entrenando, liberando la tensión que sus instintos alfa más primitivos cargaban en su cuerpo. Zenitsu se conocía: era cobarde para muchas cosas. Pero esto... esto no podía dejarlo pasar. Si no lo decía ahora, jamás lo diría. -¡Tanjiro! -gritó apenas puso un pie en el patio. El pelirrojo, que cortaba tatamis con su katana, casi la lanzó por los aires del susto. -¡¿Qué pasa?! Zenitsu avanzó con pasos decididos pero temblorosos, con la las mejillas ardiendo, los ojos brillosos al borde del llanto por pura vergüenza. Tomó las manos de Tanjiro entre las suyas. -¡¿Qué-?! -¡P-Por favor! ¡Pa-pa-pa...! -intentó aclarar su garganta. Ya no había vuelta atrás- ¡P-Pasa...! ¡Dios! ¡¿Por qué es tan difícil?! -¡P-Puedes decirlo por el vínculo! -¡De eso nada! ¡Debo decirlo en voz alta! -su determinación lo llevó a posar sus manos temblorosas en los hombros del sorprendido alfa- ¡Pa-pasemos mi celo juntos, por favor!

Seis meses después de la erradicación de los demonios, cuando el mundo comenzaba a sanar sus heridas, Tanjiro y sus compañeros emprendieron la dolorosa tarea de ordenar los vestigios de quienes ya no estaban. Entre las sombras de la Finca de la Niebla y el silencio de la habitación de Shinazugawa Genya en la Finca de la Roca, descubrieron algo inesperado: un intercambio de cartas entre Tokito Muichiro y Shinazugawa Genya. Confesiones escritas en la intimidad de la noche. Promesas susurradas sobre papel desgastado. Un amor que floreció en secreto, lejos de miradas ajenas, protegido por la vulnerabilidad de dos corazones que aprendieron a reconocerse en secreto, en medio del caos. Estas cartas son todo lo que queda de ese amor invisible. Un testimonio silencioso de lo que existió pero nadie notó. Un amor que nació en la penumbra, brilló en el corazón de quienes lo vivieron y se extinguió antes de poder florecer a la luz del día. Esta es la historia de un amor tan efímero como infinito, condenado a florecer en secreto y a revelarse únicamente en la quietud de la muerte.

Gen es capturado por los americanos y Senku se entera de un delicado secreto. Una pequeña comedía para pasar el tiempo con este ship bonito. Advertencia: Algún estereotipo, lenguaje vulgar y mpreg.

Xeno ha estado en prisión muchas veces pese a los consejos de Stanley sobre no meterse en problemas. En ésta ocasión el soldado irá a su rescate pero lo que sucede dentro de la cárcel no es lo que ha estado imaginando.

-Nueve meses dentro de mi vientre.. y tú, te atreves a ser la copia exacta de Sanemi! -Escucha mocoso, no sé por qué te empeñas en aferrarte a mí. Apenas sé qué hacer contigo, ¿entiendes? -murmuró Obanai, aunque sabía que el bebé no podía entender ni una sola palabra.

Gyomei subió las escaleras de dos en dos, y tan pronto como abrió la puerta el delicioso olor a omega lo golpeó en la cara; potente, empalagoso, dulce y malditamente bueno, cerró la puerta detrás de él vuelto una maraña de instintos y se apoyó en ella jadeando sin entender lo que pasaba. Sanemi se encontraba sobre la cama, tumbado con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados mientras se acariciaba frenéticamente arrancándose gemidos fuertes y claros, cuando se dio cuenta de su presencia el olor a celo se intensificó mientras un gemido salía de su boca, Gyomei fue consciente entonces del olor a humedad entre sus piernas, ese aroma a lubricación y deseo hizo que su pene se pusiera duro mientras escuchaba a Sanemi gemir desesperado. -Por Buda - gruñó con la boca seca, podía sentir el deseo inundando su pecho, el aire estaba lleno de omega excitado y su esposo lo miraba gimiendo mientras se tocaba. -¡Gyomei! ¡P-Por favor...! -... -No pudo articular una sola palabra mientras el aire se le escapaba de los pulmones. La voz de Sanemi sonaba tan desesperada, tan deseosa y tan caliente que sintió que se derretía ante el cúmulo de estímulos a su alrededor. Sanemi era un alfa. Y eso no podía ser posible

Cuando Gyomei tuvo conciencia de sí mismo el daño ya estaba hecho. Su sangre se helo en sus venas al sentir el pecado debajo de el. Sus manos apretaban con fuerza las piernas abiertas de Sanemi, impidiéndole moverse, podía sentir la sangre del albino manchar sus manos mientras apretaba los blancos muslos que sangraban con una mordida en cada uno, había marcas de mordidas en su pecho y aunque el albino trataba de esconder su rostro con los brazos podía escucharlo sollozar. ¿Qué había hecho? Aterrado busco separarse, pero los brazos se Sanemi lo rodearon por la espalda, lágrimas caían de su rostro y un gemido de dolor salió de su boca mientras trataba de sostenerse a su espalda con desesperación. - Si paras te mato. - Susurró contra sus labios antes de besarlo.

Rengoku no podía apartar los ojos de él. Ni siquiera lo intentaba. Giyuu conducía como si no pudiera esperar un segundo más, con los nudillos pálidos en el volante, el ceño levemente fruncido y la mandíbula tensa. Pero lo que de verdad lo tenía desarmado era esa mirada. Esa maldita mirada. La que recordaba del otro mundo, de otra vida. La que creyó perdida para siempre. Y ahora brillaba en sus ojos con la misma intensidad de entonces: feroz, silenciosa, ardiendo. Él había vuelto. Y lo miraba como si nunca se hubiera ido. El coche se detuvo frente al edificio, y apenas cerraron la puerta del ascensor, Giyuu lo acorraló contra la pared de acero pulido. No había celo en su aroma, pero sí una urgencia palpable que envolvía a Rengoku como una promesa. No podía pensar, no podía hablar. Solo sentía: el aliento de Giyuu en su cuello, su cuerpo temblando contra el suyo, el pulso desbocado. -Te amo -susurró Tomioka contra sus labios. Y no fue una súplica. Ni una pregunta. Fue una certeza tan clara como la que había el día que ambos murieron. Y Rengoku... Rengoku lo besó como si su alma entera dependiera de ello. Porque después de todo el tiempo, después de años enteros buscándolo, por fin lo tenía de nuevo. Y esta vez, no iba a soltarlo.

-Kyojuro... - gimió Tomioka contra sus labios, su voz rota entre placer y desesperación-Te amo... ¡Aahhh! Rengoku gruñó y aceleró el ritmo, perdiéndose en la calidez que lo envolvía, en el aroma embriagador que lo hacía arder de deseo. El cuerpo de Tomioka respondía al suyo con una intensidad que lo volvía loco, y sus jadeos entrecortados dejaban escapar esas palabras que él ansiaba escuchar. Y a Rengoku le gustaría creer que aquellas dulces palabras eran reales, que no había rogado miserablemente minutos atrás porque le susurrara eso en un intento de sentir que le hacía el amor, y que esa faena desenfrenada no era solo sexo descontrolado en busca de liberar sus instintos más primitivos, pero que no implicaba verdaderos sentimientos entre ellos. Porque Tomioka jamás podría amarlo. Por más que lo deseara. No cuando aquello era un mero ensayo pues ambos estaban destinados a enlazarse con una Omega, a seguir el camino que la naturaleza dictaba. Pero Rengoku no quería una Omega. Quería a Tomioka. A su compañero, a su igual. A otro alfa. A ese hombre que jamás podría pertenecerle... no de la forma en la que él anhelaba. O eso era lo que el creía.