NikiPop26
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Era un tiempo de cuerpos contenidos y miradas que ardían, donde el deseo se deslizaba como óleo fresco, y amar era pintar con los dedos lo que nunca se debía decir. Entre silencios y caricias prohibidas, dos mujeres se reconocieron en la sombra, como si el alma recordara lo que el mundo quiso olvidar.
-Yo puedo entrar a cada uno de tus infiernos, corazón mío -susurró Río con una media sonrisa en los labios, mientras se alejaba por el pasillo, rumbo a su salón de clases, pensándola. Esa bruja... esa bruja había logrado embrujar su negro corazón.
Detrás de ella, en el umbral de la puerta, Agatha apenas podía contener la risa y la agitación en su pecho. La voz le salió clara, burlona, pero empapada de algo más.
-¡Tú serás mi muerte, Río Vidal! -gritó, mientras se apoyaba en el marco, observándola irse.
Río no volteó, pero alzó una mano en el aire, como quien lanza una promesa callada.
Agatha se quedó allí, sonriendo sola, con el corazón a mil. Lo sabía. Sin duda... sentía muchas cosas por aquella mujer.