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Desde pequeña, Diana Smith siempre ha crecido con las leyendas pueblerinas de Lake City, sobre una diosa que aparecía en las noches de luna llena, cuando la luna se ponía en su hora punta, bañada de un azul brillante que iluminaba el mar. El nombre de aquella diosa es Selene, y según la leyenda, la diosa debía encontrar el amor y llevar a su novia a su reino, para convertirse en diosa a su lado y casarse con ella. (Si, Selene era la diosa de la luna pero también lesbiana según la leyenda local y la habladuría de los vecinos).
Pero como nadie la ha visto en siglos, los pueblerinos dejaron de creer, de rezarla o llevar ofrendas al pequeño templo que había en una esquina de la playa donde decían que Selene aparecía.
Aún así, Diana, en una de las noches de luna llena azul, fue a la playa para comprobar si las leyendas eran ciertas, teniendo la suerte de ver a lo lejos una figura blanca, etérea, mirando a la luna mientras sus cabellos blancos brillaban con la luz de la luna azul. Era Selene, la diosa de la luna.
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