¡Qué no me llamo Osvaldo!
Florisvaldo es quizás el peor nombre sobre la faz de la tierra, aunque sea apenas la punta del iceberg en la patética vida de un perdedor o, al menos, eso piensa él. Hijo del medio, treinta años y aún vive en casa de sus padres por ansiedad social; pésima suerte en el amor, introvertido, tímido y la lista sigue. Solo...