En Lyndra, donde los reinos se alzan sobre alianzas frágiles y las criaturas mágicas escogen a los dignos a través del juramento Haryndal, una joven huérfana descubre que su destino nunca fue anónimo. Lyara, aprendiz de domadora, salva a un dragón dorado y despierta una marca olvidada en el idioma perdido Kælish, señal de un linaje que debía permanecer oculto. Su existencia, borrada desde la infancia, regresa ahora con el peso de una profecía capaz de salvar o condenar a todo el continente. Pero el camino hacia la verdad está lleno de sombras. Entre dragones, grifos y bestias indomables, Lyara deberá elegir en quién confiar cuando la lealtad se convierta en traición y la guerra arrase todo lo que conoce. Porque en un mundo donde la luz puede volverse oscuridad, el corazón que ella consigue ablandar será su único refugio. Y cuando el fuego reclame el trono, Lyara tendrá que decidir si su amor puede sobrevivir a un reino en llamas. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de la titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reputación parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidas la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Olivia acaba de conseguir el trabajo de sus sueños en una prestigiosa agencia de publicidad. Todo parece perfecto: mejor salario, clientes importantes y la oportunidad de viajar. Lo que no esperaba era reencontrarse allí con Marcos, su mejor amigo de la universidad... y la persona a la que bloqueó de su vida hace cinco años. Para Marcos, la llegada de Olivia supone un golpe que no sabe cómo encajar. Pasaron de compartirlo todo a no dirigirse la palabra en cuestión de días, y ahora el destino parece empeñado en juntarlos de nuevo. Lo que comienza como un incómodo reencuentro se complica cuando deben trabajar codo con codo. Entre viajes, roces constantes y recuerdos que nunca cicatrizaron, Olivia y Marcos tendrán que decidir si el resentimiento es suficiente para ocultar lo que en realidad llevan años evitando admitir. Porque hay silencios que pesan más que las palabras... y a veces el amor merece una segunda oportunidad, aunque venga disfrazada de malentendidos.