Javiera_Javivi
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El salón 23 tenía un viernes de lo más normal... hasta que llegó la hora de Educación Física. El profesor decidió organizar un partido mixto de básquetbol y repartió a los estudiantes procurando que hombres y mujeres quedaran en equipos equilibrados.
Error.
Sin darse cuenta, colocó en el mismo equipo al único par de alumnos que, cuando están cerca, explotan como dinamita.
Porque ellos no discuten: chocan.
No se ignoran: estallan.
Son puro fuego, gasolina... y un poco de orgullo herido.
Juan Pablo odia la forma en que ella lo reta sin pestañear; Dayane detesta cómo él presume sin esforzarse.
-¿Siempre tienes que aparecer en todo lo que hago? -refunfuñó Juan Pablo Villamil mientras se plantaba frente a Dayane-. Eres insoportable.
Ella se cruzó de brazos, devolviéndole la mirada.
-¿Crees que a mí me encanta hacer actividades contigo? ¿Te crees mucho, no? -le soltó Dayane antes de lanzarle la pelota que tenía en las manos-. Solo eres un niño mimado y estúpido.
La clase se volvió interminable. Villamil guardó silencio, molesto porque Dayane había anotado la mitad de los puntos del equipo, mientras él había sido enviado a la banca por distraerse. Sentado allí, se mordía las mejillas por dentro y, aunque intentó enfocarse, sus ojos se desviaban una y otra vez hacia Dayane. Para su sorpresa, descubrió que cuando sonreía no era tan molesta... incluso se veía hermosa.
-Qué fastidiosa... -murmuró, acercándose a la cancha con un balón en las manos-. ¡Hey, tú, enana!
Dayane giró de inmediato -solo Villamil la llamaba así-, pero lo primero que recibió fue el balón que él le lanzó directo al rostro.
-¡Juan Pablo Villamil! ¡Madura de una buena vez! -gritó ella desde el suelo, justo antes de que Simón la llevara a la enfermería.
Por suerte, no se rompió la nariz, pero la hemorragia fue suficiente para enviarla a casa.
Como era de esperarse, Villamil terminó en detención.