LOS GATOS NO HABLAN
Raquel había adoptado a un gato negro para que le hiciera compañía en su nuevo departamento. Lo llamó Berlioz, y ya era de edad adulta. Se preocupó de que fuera arisco. No fue así, sino hasta unos meses después. Comenzó a cambiar su comportamiento al punto de que ya no parecía un gato, sino otra cosa mucho más siniest...