SherMoni2040
Gavi se despertó una mañana en Barcelona, despeinado, con una media en la mano y el sol dándole de lleno en la cara. Parpadeó dos veces. Se estiró. Miró a Pedri, que seguía profundamente dormido a su lado, abrazado a una almohada como si fuera un peluche. Gavi lo observó durante unos segundos y, sin razón aparente, soltó:
-Tenemos que casarnos.