Después de los primeros y más complicados pasos vienen otros más pequeños y hacia todas las direcciones posibles. ¿Lo bueno? Que cuando acabas de empezar una relación te apetece explorar con la otra persona cada camino. Un detalle se convierte en un universo entero para compartir. Miriam está inmersa en los últimos compases de su su gira y Silvia se ha comprometido consigo misma a mejorar su vida y la de las personas que la rodean. Y, en mitad de esa marea de trabajo y cambios, ambas se vuelcan en formar parte de la misma ecuación. La segunda parte de Dos versos enredados no es más (y tampoco menos) que la cotidianidad de una pareja formada por una cantante y una fisioterapeuta. La naturalidad de las subidas y las bajadas. Las dudas y las certezas. Las risas y los silencios. Dormir juntas y separadas. Compartir desayunos, cenas y copas de madrugada.

Subirse a los escenarios, componer, sumergirse en decenas de proyectos nuevos... La vida profesional de Miriam un año después de salir del programa musical es todo lo que siempre ha deseado. Sin embargo, en lo emocional parece una montaña rusa que solo desciende. Un caos en casa, una lesión insoportable y un tema tabú del que no quiere ni oír hablar: volverse a enamorar. Pero solo en los ambientes oscuros se encuentran los tesoros con más brillo, y Silvia es pura luz. Un alma libre que calla mucho más de lo que cuenta