Ellas son las joyas de la corona italiana. Abogadas de la mafia. Líderes de la Cosa Nostra. No heredan el poder, lo arrebatan. No piden permiso, toman el lugar que les pertenece. Su apellido pesa más que una bala. La belleza es su mejor arma, la inteligencia su gatillo. Hicieron arrodillarse al diablo. El plan es simple: seducir al enemigo y llevarlo a la perdición. Auren Blackmoor. Líder de la mafia Yakuza. Poderoso, despiadado, letal. Se enamoró de una de ellas. Pero jamás imaginó que ambas compartirían el mismo rostro... ni que detrás de esa sonrisa, vivía el veneno. Cuando comience el juego de las gemelas, el infierno no tendrá reglas, y hasta el alma del más santo saldrá temblando.

A Calix Rostov no se le niega nada. Siempre obtiene lo que quiere. Y esta vez, ha clavado los ojos en lo prohibido: la mujer de su peor enemigo. La atracción fue instantánea. La corrupción, inevitable. Y la perdición lo único seguro. Juró que jamás se enamoraría. Que su corazón era piedra. Que el amor no lo doblegaría. Pero cayó...Cayó tan hondo, que solo le queda una salida: arder o poseerla. Porque un Rostov solo se enamora una vez, y Calix ya eligió a quién va a destruir y a quién va a amar, incluso si eso significa arrastrarse al infierno con tal de tenerla.

"PELIGROSO, MAGNÉTICO, ADICTIVO. Así es el juez Cassiel Rostov, el hijo del diablo. Ha tomado su lugar, pero esta vez, sin la menor consideración por aquellos que osen tocar lo prohibido, lo que lo condena a ella, y lo adictivo que lo lleva a seguir amándola."

El diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil lo pone contra la espada y la pared, tentándolo a lo prohibido y haciéndolo caer en lo más bajo de lo adictivo.