ErlyMisaki
Dios no pensó que le desagradaría nunca su creación. Dios, como ser eterno, omnisciente y omnipotente, proveedor, pensó en el final solo como una prueba, una irrefutable prueba de su poder. Dios no pensó que las cosas salieran tan mal. Nunca experimentó, ni por un momento ―antes de la existencia de todo, claro está― que se aburriría o, más claramente, que todo le resultaría odioso.