Misma Sangre
Lo encontré completamente cubierto de sangre. Su torso estaba descubierto y sobre aquel lienzo, blanco como la ceniza recién molida, serpenteaban ríos rojos como amapolas. Pero no me asustó su palidez, ni la sangre que le recorría el cuerpo como una cascada. No, lo que verdaderamente me asustó fue ver como sus ojos...