Arithyst
Al caer la noche, entre el humo del cigarrillo y la brisa que acariciaba el ambiente, apareció ella: una figura de una confianza casi imponente, que con su movimiento sensual y su belleza arrebatadora, despertó en él una mezcla de deseo y desconcierto. No era una mujer común; era un enigma, un "ángel sin alas" que parecía jugar con el fuego de la tentación, desafiándolo a dominar lo que parecía imposible. En ese encuentro fugaz, la línea entre el deseo y el control se volvió tan difusa como la penumbra del atardecer....
-Ari S-
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