Cronica: Él vigilante Arquimez
Juan Arquimez cambió sus armas de alto calibre por un silbato, un tanque de guerra por una vieja bicicleta, y la adrenalina de los combates por la monotonía de merodear un barrio de alto estrato. Sus únicos cuatro dedos en la mano derecha son suficientes para empuñar su machete y blandirlo en el aire para asustar a lo...