Cuando la operación militar fracasa, Joel Pimentel es condenado a setenta años en la Prisión Federal de South Fleet; el hogar de los fantasmas, el bloque de hormigón, concreto y muerte que abarca a los criminales más sádicos de todo el continente. Seis años más tarde, cuando el mundo dentro de ese infierno está en sus manos, cuando su sangre ya se consideraba ambrosía amarga para todos los que seguían sus pasos y órdenes, cuando las más trágicas y sombrías leyendas hablaban de él como un terrestre leviatán y un salvaje asesino de cordura; Joel decide que es hora de saciar su sed de venganza. Erick jamás imaginó que su nueva misión sería ayudar a uno de los presos más temidos y pérfidos, que ocultaba bajo una máscara transparente justo lo que él necesitaba para su arrasada existencia. -¿Sabes lo que es el arkhé, Erick? -Sí- afirmó en un soplo de bocanada. -Me alegra, porque tú eres el mío.

Erick acude a la mejor universidad de Portland en su último año estudiando periodismo. Allí descubre que Christopher Vélez tiene sonrisas eternas y es hijo de un cazatalentos mundialmente conocido, que Richard Camacho posee una inocencia desmedida y desfila en las mejores pasarelas de París, y que Zabdiel de Jesús es hijo de una de las mejores actrices románticas y primo de Joel Pimentel, un joven vacío que está considerado el cantante revolución de la década y la influencia de la generación actual.

La escondida ínsula de Flood Island jamás fue un lugar que destacara por sus ostentosos logros. Sus habitantes bien sabían que las riquezas estaban alejadas del alcance popular, de la naturaleza que los llevaba a sobrevivir entre maltrechos callejones mohosos y lúgubres hogares sin estabilidad. Erick es un omega que nació en el momento idóneo, y que le otorgó a su pueblo con su sublime belleza los logros que jamás pudieron conseguir. Joel es un alfa que lo tiene todo, menos felicidad. Los dos aceptan jugar a quererse, sin saber que podrían perder bajo sus propias reglas. No se aceptan copias o adaptaciones sin permiso de la autora.

En un universo donde el mundo se divide según la pureza de tu alma; Joel, capo de una de las mafias más conocidas mundialmente, jamás pensó que Erito pudiera traicionarle. -Realmente me has robado- Le dijo; con la copa de whisky afianzada a su mano derecha, la adrenalina fusionándose con sus venas enfermas de maldad y sus luceros dulces fijos en su adversario. Erito no sentía su sangre; no sentía otra cosa que no fuera el temblor descabellado que recorría su alma hasta romper su cordura con leves golpes. Pero no era para menos, porque si los más delicados ángeles habían creado a las almas puras; el infierno había creado a las almas venenosas. Sin embargo, el diablo había creado a Joel para liderar a su manada. -T-Te lo pagaré, Joel. Juro que lo haré. -Claro que lo harás- Aseguró acercándose otro paso más- Y después te mataré. Te quitaré lo que más quieres. -N-No yo... Te daré algo mío. Algo de verdad. Joel frunció ligeramente su ceño demoníaco. -Explícate. -Tendré un hijo. Tendré un alma pura para tí. Lo criaré a consciencia de que te pertenecerá a su mayoría de edad. Podrás hacer con él lo que quieras, si con eso perdonas mi deuda. Joel creyó que le estaban tomando el pelo, pero las simples ganas de darle lentos segundos de vida a ese hombre y tener una nueva razón para acabar con él, era dolorosamente tentadora. Fue esa mirada de ojos verdes lo que le hizo suspirar buscando una paciencia que la gente como él no tenía, pero que igualmente obtuvo. Erito tentó a la suerte cuando volvió a hablar, acertando por primera vez. -Te daré un alma pura de mi sangre, y será tu perdición. [No se aceptan adaptaciones sin permiso de la autora]