Clary siempre ha creído que Alec no hace más que odiarla y envidiar su cercanía con Jace. Pero no podría estar más equivocada. ¿Qué pasa cuando la atracción es confundida con el odio y la fraternidad es confundida con el amor? Todo lo que Alec cree sentir podría ser una mentira pero, por más que se esfuerce en ignorar...
Y aunque no son ni remotamente el uno para el otro, se atraen. Encajan, sin espacio para un por siempre o algún te quiero.
Clary era agua de mar y viento con olor a sal, arena fría, manos pequeñas, cabello infierno y personalidad terca. Alec era lo contrario. Lo ideal.
Hay un néctar mucho más peligroso que las bebidas de hadas, uno que no sólo te atrapa, sino que no puedes parar de consumir. Clarissa no sólo probará el primer trago dulce del Whisky, sino que también el último amargo.
Y llegó a su límite sin poder contener lo que ella le hacía sentir para aceptar que más allá de su proclamado odio, la deseaba, la quería para él y estaba dispuesto a hacer sus sueños realidad junto a ella. Y si el mundo a de arder, que Arda avivado por el deseo y la lujuria.
Es más un golpe que una caricia, no es un beso sino una mordida. Es el aire que falta y saber que estás a punto de morir, porque esa persona frente a ti no te ama. Te odia.
Hay noches en que Clary se siente un poco sucia, un poco mentirosa, un poco cansada y un poco estúpida con el nombre de Alec bajo la lengua.