Flor19sz
Antes del tiempo, antes del nombre y de la forma; solo existía el Creador. No habitaba un lugar: era el lugar. No pensaba el universo: lo tejía, hilo por hilo, como quien canta una verdad hasta volverla materia.
De su voluntad nacieron las primeras luces, extendidas como brasas sobre el vacío, cada estrella fue colocada con cuidado, cada mundo giro al ritmo exacto de un pulso eterno. El Creador dio peso a la gravedad, aliento al viento, profundidad al mar y memoria a la tierra.
Cuando la obra estuvo avanzada, el Creador engendro a sus dos hijos.
El primero fue Maturin.
Nació de la luz misma, del calor inicial que empuja a existir. Su presencia era calma, claridad, propósito. Era amado, bendecido, y el Creador no oculto jamás su orgullo por él. En Maturin habitaba la promesa de la esperanza. emergió como el equilibrio mismo, lazando la serenidad y el flujo de la creación en su pleno reino en las profundidades oceánicas, un ser paciente que no juzga.
El segundo fue It.
La oscuridad nacida del olvido y de lo no deseado.
-Soy eso que no quieres, pero de lo que no te puedes deshacer.
No surgió de la luz. sino de su ausencia. Era la sombra inevitable proyectada por la creación. Un vacío tan vasto que se filtraba hasta los huesos del cosmos. It no traía destrucción sin sentido: traía final, disolución, olvido. Era necesario. Donde Maturin ordenaba, It deshacía, juntos sostenían el equilibrio.