In-ho un alfa que odia las flores y todo lo relaciono a ellas, pero se enamora perdidamente de un omega que tiene todas las características que odia, aunque parece soportarlo por el. +18 Vocabulario explícito Celos.

Gi hun es el secretario del dueño de una famosa y exclusiva empresa,In-ho se enamora de su secretario pero antes de eso ellos tienen una rivalidad,su padre le asigno ese secretario como antiguo dueño de la empresa,los dos son los mejores de su area,In-ho querra sobreexplotar a Gi hun pero una extraña empatia por el recorrera su cuerpo.

Gi hun esperaba no tener miedo en su nueva casa, pero se dio cuenta que ese no era su único problema. Historia completamente pararela a la serie, sin ánimos de ofender a los fans de la misma. In ho x Gi hun, personas de la serie y personajes inventados. +18

La tensión se*ual entre el líder de El juego del calamar, disfrazado de jugador 001, y nuestro protagonista, GiHun, el jugador 456, es más que evidente, pero los separa un abismo. ¿Conseguirá GiHun derrotar al líder? ¿Podrá acabar con la malvada estructura de poder que hay tras el juego? ¿Podrán llegar al amor más allá de sus diferencias? ¡Veámoslo!

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙀𝘾𝙄𝙊 𝘿𝙀𝙇 𝘿𝙀𝙎𝙀𝙊 ❝En el juego del deseo, nadie escapa sin pagar un precio❞ En donde Gi-hun es vendido por su esposo a un Alfa desconocido. >Inicio: 5/01/2025 >Final: 13/01/2025 |Gi-hun x In-ho| El juego del calamar AU OMEGAVERSE 2025|sxphie91

Un amor inesperado se hace presente en el Hazbin Hotel, el demonio de la radio se siente atraído por el gran soberano del infierno. Wooh, impresionante que ese ser tenga algún tipo de sentimientos. ¿Que sucederá? Pues Sigan sintonizados ~.

In-ho x Gi-hun Juego del calamar | Historia con contenido lemon [+18] Alumno x profesor [maestro] No me hago cargo del cringe sobre mi falta ortográfica, sin más Disfruten^^ Créditos al artista del dibujo de la portada!!

Tras un accidente que casi le cuesta la vida, Gi-hun despierta en una habitación blanca y silenciosa, con un cuerpo adolorido y un corazón más roto que nunca. No fue el dolor físico lo que más le hirió... sino la ausencia. Sang-woo. su novio, no apareció ni una sola vez mientras él agonizaba en el hospital. Ni una llamada. Ni una flor. Nada. Herido, pero no derrotado, Gi-hun decide no hacer una escena. En lugar de eso, traza una pequeña pero efectiva venganza: fingir que no recuerda nada. Ni su nombre. Ni su historia. Ni siquiera a Sang-woo. Solo para ver cómo se desmorona quien lo dio por perdido. Pero lo que empezó como una broma de venganza toma un giro inesperado cuando Sang-woo, astuto y desesperado, decide jugar su propia carta: introduce a su mejor amigo In-ho como el supuesto verdadero amor de Gi-hun. Y lo peor... es que In-ho accede al juego. ¿Pero qué sucede cuando las mentiras se convierten en verdades incómodas? ¿Y si Gi-hun comienza a desear que esa ficción fuera real? Entre recuerdos fragmentados, emociones encontradas y miradas que lo dicen todo, Gi-hun se verá atrapado entre dos realidades: la verdad... y a la que buscara aferrarse. Una historia donde la traición, el deseo y el amor inesperado chocan en una peligrosa danza. Porque a veces, fingir perder la memoria es solo el comienzo de una verdad que siempre estuvo ahí, esperando ser revelada.

Ser el presidente de la nación más poderosa del mundo no era tarea sencilla. Exigía precisión, determinación y una mente impenetrable. In-ho lo sabía mejor que nadie. Se había forjado en la disciplina, en la lógica implacable que regía su existencia, en el dominio absoluto de cada situación. Nada escapaba a su control. Nada debía hacerlo. Y entonces llegó él. Un guardaespaldas que no había solicitado. Que le habían impuesto con argumentos sobre seguridad, como si él no fuera capaz de medir el peligro por sí mismo. Gi-hun era una sombra persistente en cada uno de sus movimientos, un reflejo de todo aquello que despreciaba: espontaneidad, terquedad, una obstinada irreverencia que ponía a prueba su paciencia. Y su autocontrol. Desde el primer momento, Gi-hun fue un problema. No se doblegaba ante la autoridad con la misma facilidad que los demás. No se amedrentaba con una mirada severa ni con órdenes secas. Su presencia era un recordatorio constante de que, por primera vez en años, alguien más tenía permitido invadir su espacio personal. Y lo hacía sin el menor recato. Era exasperante. Era insoportable. Era... peligroso.

Desmadre, es lo único que puedo decirles.