«Nuestras palabras se hicieron ajenas entre sí, como el jardín de rosas que me prometiste un día; así, nuestras manos no volverían a palparse...» Nada en esta vida es coincidencia, y aunque las circunstancias vociferan casualidad, esconden un verdadero propósito. Sin embargo, la vida de Alysa estaba destinada a cruzarse con la del oficial Cooper y la de su compañero Miller, aunque no asegure afianzar un para siempre. El destino está escrito, pero es cierto que, con las decisiones, puede moldearse. Siempre habrán razones para amar y también para olvidar.