Naoko_K0i
Así empieza todo en mi memoria... con su nombre, esa voz clara que un día me dijo que no quería casarse, que no quería hijos, que no deseaba ser reina de nada ni de nadie, y sin embargo... fue reina de mis pensamientos hasta el final.
A veces me pregunto si fue real. Si esa joven de ojos oscuros como la tierra que pisaba, de risa indomable y carácter de fuego, alguna vez existió fuera de mis recuerdos. Porque ahora el mundo la nombra con historia fría: "El Imperio Mexicano". Pero yo sé que fue más, fue fuerza, fue tierra viva, fue primavera en medio de mi invierno.
Me enviaron a casarme con una desconocida, una estrategia más del tablero de Europa. No conocía su idioma, ni su gente, ni sus heridas. Yo era Augusto, heredero del linaje, educado en salones dorados, criado para dar órdenes, para hablar poco y marchar recto y ella... ella era un estallido de color en mi mundo de mármol. La conocí escapando de una iglesia donde pretendían vestirla de esposa sin alma. No sabía que ella era "María, la emperatriz" ella tampoco sabía quién era yo y ese fue nuestro único instante de libertad.
No supe en qué momento dejé de ver a México como un país y empecé a verlo como una mujer: rota, hermosa, esperanzada. A veces era viento libre, a veces volcán callado. Luchaba por no arrodillarse ante nadie, ni siquiera ante el amor, ni siquiera ante mí.
Fui testigo de su lealtad a un imperio en el que ni ella creía, de su lucha por proteger a Carlota y Maximiliano, de su desesperación al ver cómo la traición y el abandono consumían lo poco que quedaba de noble en este mundo. Fui testigo de su llanto ante el cuerpo sin vida de su amigo y también fui testigo del momento en que me miró con el mismo odio con el que se mira a un enemigo.
Esa mirada...
Me acompañará por siempre.
Ella se llamaba María.
Y esta es la historia de cómo la perdí.
De cómo un imperio cayó y el amor no bastó.