Querida Maite: Todos ocultamos cosas, sentimientos deseos, aflicciones...pero algunos las ocultamos con esperanzas, y otros con angustia y desesperación. Nosotras somos de las primeras, Ildefonso de las segundas. Su tormento es infinito, ya te he contado su desgracia, y aún así me quiere y hasta me desea. ¿No es irónico que quiera a una mujer que no es como él supone? Pobre Ildefonso, víctima de mi egoísmo y esclavo de su amor. Un amor que nunca va a ser pleno y que su esposa ni siquiera podrá corresponder. Tengo que reconocer que me costaría abandonarlo ahora que sé la verdad, aunque bastaría una palabra tuya... Tengo conmigo el lazo rojo que simboliza nuestra amor, el que me regalaste. Te echo de menos. Te amo. Espero seguir recibiendo noticias tuyas, saber de tu vida en París me da fuerzas para seguir adelante. Necesito volver a leerte. Oler de nuevo el perfume que queda impregnado en el papel. Ver el carmín de tus labios impreso en él. La culpa me abruma, pero, es un dolor dulce. Cuento los minutos para ir directa al infierno, pero será un infierno donde se me permita besarte. Ardiendo en deseos de verte y ansiosa por aliviar mi dolor en tus brazos. Tu amor. Camino.

Volver a Acacias, después de mi cobarde huida, era algo que me tenía al borde del ataque de nervios. Después de ese careo con Felicia donde, tras confesar mis sentimientos por Camino, me amenazó con denunciarnos ante la policía si no me marchaba del barrio. Y de verdad pude verlo en sus ojos, pude ver que incluso sería capaz de arruinar la vida a su propia hija con tal de que nunca estuviéramos juntas. Por eso cogí todas mis pertenencias aquella noche, y tras una larga conversación con Liberto donde, además de confesarme que fue él quien nos vio y que le confirmó sus sospechas a Felicia, dejamos pactado que administraría y me haría llegar mis ganancias si prometía irme y no volver a turbar la vida de Camino. Ni siquiera me dejaron despedirme de ella. Ni siquiera hubo un beso de despedida. Ni un minuto a su lado. Me pregunto que le dirían sobre mi marcha inesperada. Que diría ella. Que sentiría ella. ¿Le llegarían aquellas cartas que la envié? Nunca obtuve respuesta a ninguna de ellas, por lo que, para evitar meterla en problemas, cesé en mi empeño antes de hacer mi primer año en París. ¡Amor mío! ¿Es que acaso te merecías más dolor y sufrimiento? Nunca quise hacerte daño. Nunca quise abandonarte. Nunca quise herirte, tan solo cuidarte, amarte y enseñarte lo que era el mundo fuera de una sociedad tan retrograda y enferma como es de la que te rodeas. ¿Qué habrá sido de tu vida, mi desvergonzada? *COMPLETA* *Los personajes pertenecen a la serie Acacias 38 de RTVE. *La foto original en la que se inspira la portada y las imágenes que aparecen en cada capítulo pertenecen al gran Pedro Valdezate o por ende a RTVE.