Algunas veces nuestras emociones son mucho más fuertes que nuestro razonamiento, obligándonos a actuar de manera diferente con la probabilidad de que no termine bien... Los errores del pasado existen para no volverlos a comenter en el futuro, pero, ¿qué si jugamos con el destino? No se enojara y nos castigará ¿o sí? -Cuidado con lo que prometes hija... no querrás saber las consecuencias-Escuche a mi padre hablar mientras comíamos. Supongo que tiene razón.