black-Sara-lance
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En los albores de Valyria, cuando los dioses aún caminaban entre los hombres, reinaba Morfeo, el dios del sueño. No pedía sangre ni templos, pues su reino eran las visiones y pesadillas que guiaban el destino de los valyrios.
Pero incluso los dioses caen. Movido por compasión -o por deseo- Morfeo descendió entre mortales y se unió a una princesa estéril. De aquel pecado nació una sangre nueva: la primera chispa de la Casa Targaryen. Y de sus sueños, convertidos en carne y fuego, surgieron los dragones.
Con ellos llegó la gloria... y la maldición. Pues Morfeo comprendió tarde que no había traído salvación, sino destrucción. Los dragones eran tanto maravilla como ruina, y la sangre Targaryen heredó su sombra: ambición, visiones y locura.
Cuando Valyria ardió bajo la Maldición, los hombres culparon al fuego y a los volcanes. Solo Morfeo supo la verdad: todo fue el precio de su error eterno.
Se dice que aún vaga en sueños Targaryen, susurrando profecías, buscando redención... o el final de su linaje.
Así nacieron los dragones. Así nació la Casa Targaryen.
No por gloria, sino por el pecado de un dios.