Vinn_clatejart
Iz había aprendido desde pequeño que la mejor manera de no molestar era desaparecer. En una casa donde su voz apenas era escuchada, la música se convirtió en su escondite, como un un mapa de emociones que no podía expresar de otra manera.
Akemi, por su parte, vivía entre golpes de puerta y silencios que dolían más que los gritos. El perfeccionismo fue su escudo: si todo salía bien, si no cometía errores, tal vez evitaría otra cicatriz. Aún con todo este dolor tenía la mirada fija en las estrellas soñando con otros mundos esperando para algún día llegar a ellos.
Lo que empezó como una curiosa amistad entre opuestos fue convirtiéndose, sin que se dieran cuenta, en una conexión que escapaba de sus propias normas. A veces el amor no llega como esperamos, ni siquiera sabemos si estamos listos para recibirlo.
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Una historia original.
De dos personas que no buscaban nada, pero se encontraron. Como quien descubre una canción que parece escrita para su dolor. Como quien respira hondo por primera vez después de años de contener el aire.
No todos están listos para dar amor. No todos saben cómo recibirlo. A veces el corazón está lleno de miedos, dudas, heridas antiguas que aún arden. Aquí, el amor no llegó como un relámpago. No irrumpió ni gritó. Llegó despacio. En conversaciones largas a la madrugada. En silencios compartidos sin incomodidad. En miradas que decían más que las palabras.
En la forma en que uno entendía lo que el otro no sabía cómo explicar.
No era amor de película.
Era amor de cicatrices.
De reconstrucción.
De paciencia.
Y poco a poco, sin darse cuenta, dejaron de buscarse excusas para alejarse...
y empezaron a encontrar razones para quedarse.