valenxii
Un jueves cualquiera, el salón estaba invadido por el constante crujir de la tiza y la voz monótona del profesor Gustavo, Julio jugueteaba los dedos contra la mesa, mirando a Andre con esa chispa en los ojos que anunciaba problemas. ¿Y si la saltamos? murmuró. Andre, más prudente, dudó un instante, pero al final, como siempre, terminó siguiéndolo.