200 latidos por minuto
Martin piensa que Madrid está lleno de miradas que esquivan, de hombres aturdidos por demasiadas mujeres, de amigos que nunca están y de almas ingobernables como Juanjo que navegan ese ambiente como si hubieran nacido con ese veneno dentro. Martin sabe que hasta los tontos tienen un tope, pero los límites parecen bor...