Después del final... solo quedó el acero. Shirou Emiya, el protector silencioso del Miyuverse, logró lo imposible: salvar a Miyu. Pero el precio fue su alma. Consumido lentamente por la Class Card de Archer que había usado una y otra vez, Shirou ya no es el chico ingenuo que soñaba con ser un héroe. Es una sombra sin hogar, un fragmento del Trono que nunca existió... un herrero que solo recuerda armas rotas. Cuando una grieta dimensional lo arrastra fuera de su mundo, despierta en una tierra donde la muerte no es el final, sino el punto de partida. Lugunica. Un reino condenado a reiniciar... cada vez que alguien muere. Allí conocerá a Subaru Natsuki, un joven con una mirada demasiado parecida a la suya: rota, insistente, desesperada. Y sin buscarlo, sus caminos se cruzarán. Porque donde Subaru muere para rehacer el pasado... Shirou vive para recordar lo que no pudo proteger. Juntos -uno por necesidad, otro por culpa- se enfrentarán al culto de la bruja, a los Arzobispos del Pecado, y al peso de un destino que no les pidió ser salvadores. Pero el acero no olvida. Y las espadas, aunque oxidadas, aún pueden cortar. Porque incluso en un mundo donde la muerte es ley... una hoja sin altar puede cambiarlo todo.

¿Una nueva Guerra por el Santo Grial? O ¿Una Singularidad?