Norrispiastri
La mansión de Lando estaba silenciosa, solo rota por el eco suave de sus pasos sobre el mármol frío. La luz cálida de las lámparas iluminaba los espacios amplios y lujosos, reflejándose en los cristales y en los muebles de diseño elegante. Martina caminaba por el salón con una confianza que hacía que Lando la siguiera con la mirada, incapaz de ignorar la forma en que sus curvas se movían con cada paso.
Ella se detuvo frente al ventanal que daba al jardín, apoyándose con un brazo y girando lentamente para mirarlo. Sus ojos brillaban con un fuego caprichoso, como si supieran exactamente lo que él sentía y lo que quería. Lando sintió cómo la tensión crecía en el aire, una electricidad que no se podía ignorar. Cada movimiento de Martina, cada suspiro contenido, era un desafío y una invitación a la vez.
La mansión, enorme y elegante, parecía encerrarlos a ellos dos en su propio mundo privado, un espacio donde los límites se difuminaban y donde la pasión podía surgir sin reservas. Martina, con su actitud atrevida, no necesitaba decir una palabra; solo con su presencia y su mirada, provocaba a Lando, desatando un deseo que ambos sabían que no podría esperar.