RazielIsrael
Hyōdo Issei, el inicio de su nuevo medio año se sintió como un verdadero terremoto. Como demonio y semi-dragón independiente, llevaba una vida definida por el poder y la constante adaptación, marcada por un giro de 360 grados que lo había lanzado a ese nuevo entorno. Sus ojos de color ámbar, que usualmente reflejaban una mezcla de determinación e indiferencia, se posaron en una figura que no pertenecía a ninguna facción conocida.
Ese hombre era Yato, el enigmático Dios de la Capacidad. Su presencia era un destello eléctrico, acentuada por unos penetrantes ojos gatunos de un azul eléctrico que parecían retener la luz de una tormenta. Estaba allí, tan fuera de lugar como un relámpago en un día despejado.
Desde ese primer encuentro casual, Yato sintió una atracción ineludible. Algo en la aura indomable y la vulnerabilidad oculta de Issei lo hechizó. La distancia entre ellos se acortó rápidamente, y lo que comenzó como una curiosidad se transformó en un acercamiento más íntimo y constante.
El Dios, acostumbrado a manipular su entorno y a ser temido, se encontró a sí mismo completamente hechizado por el semi-demonio. Para Issei, la llegada de Yato significaba una complicación inesperada, una chispa que prometía incendiar su ya volátil existencia. Los mundos estaban a punto de colisionar, y el destino de ambos pendía de un delgado hilo.