Evangeline solo quería escribir. No para ser leída, sino para no olvidar. Para no dejar morir las voces que le hablaban en sueños... y que, sin saberlo, la estaban eligiendo. Pero algunas historias no se inventan. Se recuerdan. Y otras, se escriben con sangre. Cuando un hombre de ojos oscuros llama a su puerta en medio de la noche -un demonio con una voz que parece arrastrar siglos-, Evangeline descubre que sus escritos no son ficción. Son fragmentos de una antigua profecía. Una que fue sellada con la sangre de tres entidades: un ángel caído, un demonio arrepentido... y un humano condenado. Ella. Mientras el cielo y el infierno comienzan a moverse, y criaturas sin nombre salen a cazarla, Evangeline deberá decidir si su don es un castigo... o una llave. Y Ashariel, el demonio que juró no sentir nada, deberá elegir entre protegerla... o recordar por qué nunca debió volver. No todos los demonios son malos. No todos los ángeles son buenos. Y hay palabras que, al ser escritas, cambian el destino del mundo.