Abel llevaba una noche de locos para ser jueves. El bar había permanecido abarrotado desde las diez y media y hasta se vio obligado a echar de allí a los presentes que se resistían a abandonar el local a pesar de que incluso habían apagado el equipo de música a modo de indirecta. -Al fin... -Suspiró el joven al mismo tiempo que se llevaba una mano a las cientas de trenzas diminutas que tenía recogidas en una coleta baja, ya que eran lo suficientemente cortas como para que no le permitiera recogerlas más arriba, como a él le hubiese gustado. Abandonó el local por la puerta de atrás con una bolsa enorme de basura color negro en una mano y se acercó a los contenedores que quedaban justo en frente de donde había salido, al final del callejón, donde olía a orina rancia y a vómito caduco. Abel arrojó la bolsa de basura al interior del contenedor y entonces escuchó una tos suave, como la del que no tiene más remedio que emitirla, pero no quiere, y acompañando a esa tos un siseo, entonces pudo percibir que venía del lateral derecho del contenedor, justo entre la pared y el apestoso y enorme cubo. La curiosidad mató a Abel y no pudo evitar asomar la cabeza por el hueco, donde provenían los quejidos. -Oh, mierda...

[Humor, Romance, amor prohibido] Britt es obligada a cambiarse de casa. Tiene que vivir con su tío, pero lo que ella no sabía era que no solo viviría con él. Cristian será su profesor y compañero de casa. Testigo de su incontrolable inocencia. Britt es súper dotada, aunque es una ignorante total en la parte social. Se hará amiga de uno de los chicos más tímidos de la clase e intentará mantener el secreto de que su profesor es en realidad alguien más cercano de los que algunos creen. TODOS LOS DERECHOS RECERBADOS

Para Laura la vida era pacífica. Ella ignoraba a su curso y tenía gustos muy distintos; ella hacía su vida en paz, hasta que un día su madre llega con una noticia no muy satisfactoria que cambiaría su mundo estudiantil y sentimental.