Charles perdió el juego. Ian se nombró ganador y buscaba quedarse con todo lo que aquel ser infernal dejó atrás, pero las cosas no serían fáciles porque en el tablero del juego ella quedó encima y dispuesta a seguir pelando. Caroline se convirtió en la mujer que gobernaba el infierno, un infierno que su amado dejó lleno de caos y dolor. Y si quería vivir tranquila, debía corregir eso, cosa que sabía no pasaría con Ian Carson metido en su vida. Más que justicia, quería venganza. Y buscaba quitarle todo aquello que Ian le arrebató. Y antes de que alguien tomara el trono y la corona del diablo, debían pelear por ver quién vencía a la mujer que protegía ese lugar. No era para ella, era para alguien más y solo lo estaba guardando para cuando el día llegara, esa persona lo tomara. Solo que ninguno esperaba el regreso del mismo diablo, queriendo tomar aquello que era suyo y regresando con más fuerza que antes. Solo no venía y sus aliados no eran cualquiera. Charles conoció ya conoció lo que era el infierno. Ahora le tocaba a Caroline pasar en el purgatorio buscando sacar cada pecado para poder ser feliz y ganar más de lo que imaginaba. Pero para ello, debía salir por completo del infierno al cual seguía atada ante el recuerdo de Charles y la cadenas que Ian le puso.

Un mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo que tuvo que huir. No espera que al conocer a Adriano Aglieri, el nuevo socio de su jefe, se vería arrastrada de vuelta a esa vida que creía haber dejado atrás. Adriano, en el punto más alto de la jerarquía, siendo el más joven en lograrlo, se encuentra apremiado por el consejo. Al que a pesar de ignorar sin esfuerzo, debe luchar para mantener contento, y sin esperarlo, se ve presionado con una boda para asegurar su posición y garantizar su descendencia. Conocer a Gabriella Vitale solo hará trastabillar sus planes.