chan-chan-chaaaan
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La autoevaluación era el refugio más íntimo para Orm Kornnaphat, quien había aprendido a explorar su identidad y a construir una profunda reflexión emocional desde que su cabeza comenzó a cultivarse sola, en los primeros años de infancia. La creatividad y la habilidad artística se convirtieron en su lenguaje natural para expresar sus sentimientos, aunque también dominaba la expresión verbal, sin temer a dejar escapar sus deseos y establecer vínculos con facilidad, demostrando una lealtad incondicional y un amor cálido por las personas, sin importar qué.
Lingling Kwong, en cambio, había pasado por un largo camino antes de comprender su propio mundo emocional. Analizar y entender sentimientos ajenos era una tarea que se le había dificultado incluso a la hora de decidir cursar la carrera de psicología, esperanzada de encontrar respuestas sobre el comportamiento humano. A veces se preguntaba si algo en su vida hubiese sido diferente si el diagnóstico de autismo no hubiese llegado tan tarde, o si, quizás, cada parte de su historia la había llevado inevitablemente hasta Orm.