15 Vidas Y Media
Con el frío viento azotando mi cara y borrando los rastros de lágrimas en mis mejillas, al fin me decidí y salté. Pensé que así sería libre, que no llevaría más la carga de la vida, pero me equivocaba. Al de pocos segundos, era un bebé recién nacido, sonrosado y llorón. Pero no lloraba porque acababa de nacer, no; llo...