"A veces el amor no llega para cambiarte, sino para enseñarte a respirar distinto. Ella descubrió que amar no era perderse en alguien, sino encontrarse en el reflejo de su calma."

En sus ojos descubre sombras que no mueren, cicatrices que no le pertenecen pero la hieren como propias. El simple eco de un nombre la desarma, llenándola de celos, ansiedad y noches en vela. Entre lágrimas y pensamientos que la traicionan, aprende que a veces la herida más profunda no está en los demás... sino en uno mismo.

A veces el amor no se rompe de golpe, se desgasta en silencios, en noches en vela, en abrazos que ya no salvan. Este es el relato de alguien que lo dio todo, que luchó hasta quedarse vacío, que sostuvo un amor que se desmoronaba entre sus manos. Un susurro de despedida, una confesión íntima, un grito ahogado: "Lo intenté".

Entre sueños rotos evoca la tristeza profunda y la fragilidad de las esperanzas desvanecidas, especialmente cuando se trata de la pérdida de un embarazo. Es como si el corazón cargara con un vacío inesperado, un futuro que se desmorona antes de poder ser vivido. La oscuridad del duelo es intensa, pero dentro de ella hay una silenciosa resiliencia, como la que surge en las horas más solitarias de la noche.

El peso del olvido es como una sombra fría que se aferra al corazón, silenciando los recuerdos felices y dejando solo un vacío que duele en silencio.