gasheergonzalez
Eso, irónicamente, había creado entre ellos una intimidad incompleta, rara, casi cómica cuando se describía en frío: Federico adoraba el cuerpo de Yus, pero evitaba penetrarla. En cambio, se dedicaba a su trasero como si fuera una devoción religiosa. Se lo agarraba siempre que podía, le tomaba fotos cuando ella estaba distraída, se lo besaba y lamía con una entrega casi artística. Era su forma de amarla, su manera de compensar lo que él asumía como una carencia. Yus, aunque disfrutaba cada caricia, no podía evitar sentir la falta: ese deseo de completarse con él, de vivir una intimidad real, no solo preludios eternos sin desenlace.