madebymartt
El apocalipsis no lo destruyó todo de golpe. Se llevó ciudades, hogares, vidas... pero dejó atrás algo peor: la soledad.
Charles aún recordaba la primera vez que vio a Carlos. El humo asfixiante, el miedo clavado en la piel, la desesperación por salir con vida. No era el momento para enamorarse, pero ocurrió.
Ahora, años después, el niño en su pecho respiraba tranquilo, ajeno al mundo roto afuera. Charles le acarició el cabello con dedos temblorosos y miró hacia la puerta cerrada.
-Seguimos aquí -murmuró, como una promesa.
Afuera, la tormenta rugía. Adentro, aún quedaba amor.