En una París destrozada por la guerra contra un Hawk Moth más letal que nunca, Ladybug y Chat Noir luchan incansablemente para proteger una ciudad que los ha rechazado. Entre el caos, la pérdida y el odio, Marinette enfrenta un milagro inesperado en medio de la tragedia -un hijo concebido en amor y guerra- se ve obligada a tomar una decisión desgarradora: Entregar al niño para mantenerlo a salvo, incluso cuando el corazón de Marinette duele por ello. Sheila Haywood es la persona elegida para cuidar de aquel pequeño milagro en forma de niño. Sin embargo, el destino da un giro oscuro y curioso. Jason, aquel pequeño milagro, tiene una vida completamente diferente a la que Marinette esperaba para él, sin saber que la sangre de la Creación y la bendición de la Destrucción corre por sus venas. O así fue hasta que una mujer, una completa desconocida, irrumpe en su vida. Marinette ha llegado para retomar su lugar como la madre de Jason. Y no hay mucho que él, o Bruce (quien no parece muy contento con perder a su hijo ahora que lo ha recuperado), puedan hacer al respecto. Y... de todos modos, ¿Por qué Adrien está intentando adoptar (robarse) a Tim? ¡Él tiene padres, por el amor de Dios! ¡Y a Bruce! ¡Tiene a Bruce!

Marinette Dupain-Cheng era una niña normal, con una vida normal. Hasta que no lo fue. Ella se convirtió en una heroína, la más joven del equipo. El ratón escurridizo que Ladybug y Chat Noir necesitaban. El guardián que él maestro Fue eligió. Hasta ahí casi todo iba en perfecto orden, al menos, según los propios estandares de Marinette. Pero una visita a Gotham, algunos reporteros entrometidos, los Wayne (que parecen aparecer donde sea que ella este) y un aterrador Batman lograron que las cosas se pusiera patas para arriba y, como dijo Chat Noir, él ratón entró en la boca de la serpiente al hacer algo tan simple como ayudar a un desconocido. El camino al infierno esta pavimentado de buenas intenciones, ¿no? Y Marinette aprendió de la manera difícil lo que esa frase significaba.