El patriarca está muerto. No hubo funeral. No hubo luto. Solo una última voluntad y una casa llena de posibles sucesores. La familia, antaño temida, hoy es un campo de estrategias. De traiciones envueltas en reglas. Donde una risa puede ser amenaza. Donde las piezas no son de madera, sino de carne, sangre y secretos. Cada uno de ellos llegó por una razón. Pero solo tres llegarán al final. Y cuando lo hagan... quizá descubran que no están compitiendo por el poder, sino por no volverse parte del suelo que pisan.