Ella solo quería escuchar su voz desde la última fila. Él solo quería una noche tranquila después del show. El destino, sin embargo, tenía escrita otra melodía. Yasmina dejó atrás la calma del campo para perseguir sus sueños en una ciudad que desafina con promesas rotas. Su refugio siempre ha sido la música, en especial la de Dean Harrison, el artista que convirtió su caos en armonía... hasta que un beso accidental, desesperado, la lanza al centro del escenario mediático como su supuesta prometida. Ahora ambos están atrapados en una canción que ninguno escribió, con cámaras por testigos y cláusulas que no entienden de sentimientos. Pero a veces, los acordes improvisados son los que mejor suenan. Y en esta sinfonía de mentiras, miradas robadas y silencios incómodos, tal vez el amor empiece a sonar con su propia verdad. Porque hay besos que desafinan, pero otros... tienen sabor a canción eterna.