Henry Bowers, un omega que solo buscaba a su alfa Patrick en una de las sucias alcantarillas de Derry... terminó encontrándose con Pennywise. Aunque logró salir con vida, casi de milagro, derrotando al payaso por poco, nunca imaginó que esa entidad se obsesionaría con él. A tal punto que Pennywise no solo quería comérselo... quería tenerlo para él, completamente suyo. Tanto, que decidió vivir entre las personas usando una identidad humana. Henry pateó las hojas. Otra vez tenía que regresar solo, sabiendo que esa cosa estaba en algún lugar del bosque. Mientras más se alejara, mejor... pero un crujido lo hizo girarse de golpe. Un hombre alto apareció entre los árboles. Cabello oscuro, ojos verdes, claramente un adulto. Henry se quedó mirándolo, porque el tipo también lo observaba fijamente, sin parpadear. -No te estoy persiguiendo -dijo el hombre. -¿Ah, no? ¿Quien eres, un violador del bosque? -exclamo Henry, llevando la mano a su navaja. El hombre negó. -Vivo por aquí. Vi cómo esos chicos te lanzaban piedras y... -¿Y qué? ¿Viniste a insultarme también? ¿A burlarte? -gruño Henry. El hombre soltó una risa rara. -No, no vine a eso. Te dejaré solo si quieres... pero antes déjame presentarme. Soy Bob Gray. -¿Y? No me interesa. -Henry dio un paso atrás, incómodo. Bob no se rió esta vez. Al contrario, se acercó un poco, con una calma. -¿Y tú? -preguntó, como si necesitara la respuesta. Henry no quería decir su nombre. Todo en su cuerpo le decía que no lo hiciera. Pero algo... algo dentro de él lo obligó a soltarlo. -Henry Bowers -murmuró, casi sin querer. Bob sonrió, una sonrisa demasiado amplia, demasiado satisfecha. Luego se señaló a sí mismo lentamente. -Entonces... Bob Gray. Señaló a Henry. -Y Henry Bowers. Como si estuviera probando el nombre, saboreándolo. Como si ya lo conociera desde antes.

Ollie y Rafael, dos hermanos mellizos, llegan a la familia Sainz Leclerc, un hogar lleno de amor, pasión por las carreras y un fuerte lazo de unión. Tras un pasado marcado por tormentos en su antigua familia, los mellizos enfrentan miedos, dudas y heridas que parecen difíciles de sanar. Sin embargo, con el apoyo incondicional de sus nuevos padres y su hermana mayor Marie, a quien admiran profundamente, comenzarán a descubrir el verdadero significado de una familia. Entre desafíos, aventuras y momentos inolvidables, Ollie y Rafael forjarán su propio camino, enfrentando obstáculos que pondrán a prueba su valentía y confianza. Pero no todo será fácil. Como en toda familia, habrá dificultades, conflictos y pruebas que deberán superar juntos. Sin embargo, en cada caída encontrarán una mano amiga, en cada duda una palabra de aliento, y en cada logro la certeza de que, por primera vez, están donde realmente pertenecen.

Marie Sainz Leclerc era un nombre que resonaba con fuerza en el mundo del automovilismo. A sus dieciocho años, la joven piloto no solo llevaba en sus venas la pasión por las carreras, sino también el legado de dos de los nombres más aclamados de la Fórmula 1: Carlos Sainz y Charles Leclerc. Como su hija adoptiva, Marie creció entre los motores, en los garajes, observando cómo sus padres construían una historia de éxitos y desafíos en la pista. Desde pequeña, sabía que las carreras eran su destino, y en cada giro de los monoplazas rojos de Ferrari, imaginaba el día en que ella también estaría allí. Pero no todo giró entorno a las carreras, Marie guarda en su corazón una colección de recuerdos, aquellos en los que Charles y Carlos, con su amor infinito, le enseñaron que ser fuerte no significaba estar sola. A través de sus enseñanzas, Marie aprendió que el verdadero poder radica en la conexión con quienes te aman y te apoyan, y que, aunque las carreras de la vida sean difíciles, siempre hay un hogar al que regresar.