Pensé que podía moldearla. Romperla, reconstruirla. Convertirla en algo que solo me perteneciera a mí. Y por un momento, lo logré. La vi brillar, la vi romperse... y fui testigo de cada grieta que le provoqué con mis manos. Pero algo cambió. Algo que no calculé. Se fue. Y por primera vez... sentí el vacío. No el de un hombre que pierde, sino el de un monstruo que se da cuenta que su mayor obra también lo destruyó.

DICEN QUE LOS OJOS REVELAN LO QUE LAS PALABRAS SE ESFUERZAN EN OCULTAR. EN EL AMOR VERDADERO, DOS ALMAS SE BUSCAN CON IGUAL INTENSIDAD, EN UN VÍNCULO TAN PROFUNDO QUE EXIGE ATRAVESAR TODO OBSTÁCULO: LA INDIFERENCIA, EL MIEDO, EL RENCOR... HASTA FINALMENTE ALCANZAR ESE ANHELADO AMOR QUE TANTO DUELE COMO CURA. PERO, ¿PUEDEN REALMENTE DOS AMANTES ENTRELAZAR SUS SENTIMIENTOS SIN PERDERSE EN ELLOS? ÉL, TAN IMPONENTE COMO ASTUTO, TERMINA POR ROMPER SUS BARRERAS. ELLA, FRÁGIL, PURA, CASI ETÉREA, COMIENZA A SENTIRSE EXPUESTA... Y EN ESA VULNERABILIDAD, EMPIEZA A NECESITARLO.