VERGILSPARTA612
En el Campamento Mestizo, la cabaña de Afrodita es un crisol de miradas y susurros. Se les tacha de superficiales, de ser esclavos de sus deseos, de saltar de una conquista a otra sin ataduras. Nadie se detiene a preguntar por qué sus corazones parecen tan esquivos, por qué la estabilidad emocional es un espejismo en sus vidas, por qué la lujuria parece ser su único idioma. ¿Es esta su naturaleza intrínseca, una sed incontrolable nacida de la belleza y el encanto? ¿O es acaso la sombra oscura de un legado divino, la "maldición del ser hijo de una diosa que los ama con la intensidad de la pasión, pero que, en esa misma efusión, los despoja de la delicadeza del cuidado genuino?