CoRpse_Paradox
Después de la muerte de Caesar, Joseph vive con un recuerdo que nunca comparte con nadie: en una conversación íntima, habían hablado de tener una hija.
Caesar le había prometido a Joseph que la llamarían Aurora. Pero tras la pérdida, ese nombre queda como un eco, algo que jamás existió.
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-A veces pienso que lo único que me quedó de Caesar fue un nombre. Aurora. No nació, no respiró, no lloró, pero aún así me persigue. La escucho entre los ruidos de la ciudad, la veo en los reflejos que el amanecer deja. Y duele porque jamás existió, porque fue apenas una broma dicha entre dos hombres que nunca tuvieron tiempo. Aurora era la vida que nos negaron. El futuro que se apagó antes de encenderse. Y la cargo conmigo, como si fuera un fantasma, recordándome que incluso los sueños que nunca se cumplen pueden destrozarte más que la realidad.
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-A veces me descubro murmurando su nombre sin darme cuenta. Aurora. Y entonces siento que estoy llamando al vacío, buscando en la nada lo que nunca tuve. Caesar se llevó tantas cosas consigo, pero lo peor es que también se llevó lo que nunca llegamos a conocer. Nuestra hija, y no sé qué duele más: su muerte o que ella jamás existirá.