Donde el corredor argentino, conocido por su facilidad para chamuyar, cae ante una chica Ferrari Donde Julieta, sin querer, cae ante el argentino chamuyero

Franco siempre había sido un piloto frío, metódico y seguro de sí mismo, alguien que no permitía distracciones y creía conocer todas las reglas del juego. Para él, el mundo giraba alrededor de la pista, de la velocidad, de los aplausos que seguían a cada victoria. No había espacio para más, mucho menos para enamorarse. Pero Pilar... ella llegó como una ráfaga que desestabilizó su mundo perfecto. Con su risa despreocupada y esa mirada desafiante, ella le mostró que no todo podía controlarse, que había una intensidad distinta a la velocidad en la pista. Ahora, cada vez que la veía, sentía que algo desconocido latía en su pecho, algo que no podía ignorar. Lo peor era que, aunque intentaba convencerse de lo contrario, sabía que ese sentimiento era tan inevitable como la próxima carrera. Pilar Sainz era su reto más grande. Uno del que tal vez nunca podría escapar.