Sólo necesito que los ojos de esa chica dejen de enamorarme.

Te miraba, y no te dabas cuenta. Poco a poco, observándote con cautela, descubrí que estabas rota. Y tú misma me afirmaste que ya no era posible repararte.

-Y, ¿cómo te llamas?- preguntó ella tímida. «Oh, tan tímida» pensó él. -¿Cómo crees que me llamo? -Pues... No sé... -Mírame a los ojos, niña. Ella lo hizo, y murmuró: -Keith- volvió a bajar la vista, avergonzada, y añadió-: Tienes... cara de Keith. -Entonces me llamo Keith. -Yo soy... -No necesito saberlo, con niña me vale.

Porque no todos pintan en lienzo ni con pincel. Y, algunos cuadros, D U E L E N

Tuviste tantos nombres como letras tiene el abecedario. Porque tú no eras infinita. Tú elegiste no serlo.

El corazón se puede sobrecargar de ilusiones falsas y amores perdidos. Y, cuando se desborda, acaba d e s t r o z á n d o s e .

Cartas de amor para alguien diferente.

Las palabras, las sonrisas, incluso las miradas, pueden mentir. Pero los labios no. Al menos no los de ellas.

Me hablan, ¿a ti no? A lo mejor es que no los oyes. Pero estoy segura de que te hablan; hablan con todo el mundo. La diferencia está en que hay quién los oye y quién no. Necesitaba escribir lo que me susurran... seguiré más tarde. Vuelven a hablarme.