Sunghoon pensó que amar a Sunoo sería algo sencillo. Con su sonrisa dulce y su voz tranquila, parecía imposible temerle. Pero la ternura de Sunoo escondía una sombra que solo él veía. Una obsesión silenciosa. Un cariño que dolía. Y cuando Sunghoon quiso darse cuenta, ya no era su novio. Era su posesión.

Sunoo y Sunghoon se conocen desde siempre. Compartieron veranos interminables, secretos que nunca dijeron en voz alta, y una cercanía tan intensa que a veces parecía amor... aunque jamás lo nombraron. Pero ahora, en sus veintes, algo cambió. Él canta en una banda que enciende los clubes cada fin de semana. Sunoo lo observa desde la barra, como si cada canción estuviera escrita para él. Y tal vez lo está. Hay una línea entre ellos que nunca cruzaron. Hasta que lo hacen. Y cuando el deseo deja de ser un juego, nada vuelve a ser igual. Una historia sobre la tensión que arde en lo no dicho, los besos que no se dan, y el momento exacto en que dos amigos dejan de ser solo eso.

Esta no es una historia sobre la muerte. Es una historia sobre el amor que permanece, incluso cuando el cuerpo se rinde. Sunghoon sabía que el final se acercaba, lo sintió antes de que alguien se lo dijera. Pero a su lado estuvo Sunoo, sosteniéndolo con ternura, eligiéndolo cada día, incluso cuando la vida comenzaba a desvanecerse. Junto a ellos, Jungwon -hermano, testigo, refugio- aprendió a ser fuerte cuando el mundo se quebraba. Esta es una historia de manos que no se sueltan, de palabras que intentan ser eternas, de silencios que gritan, y de despedidas que no terminan del todo. Porque cuando se ama de verdad, ningún adiós es absoluto.

Contando y contando los silencios, las veces que tu risa no llegó, los días en que tus ojos pasaron por mí sin siquiera detenerse. Me pregunto si fue mi culpa, si fui yo quien apagó la luz, si en algún momento dejaste de mirarme y no supe notarlo. Hay algo en tu manera de alejarte que duele más que un adiós, porque no te vas de golpe, te estás yendo de a poco, como el sol cuando se esconde sin que nadie lo note. Te di lo que era mío, mi amor entero, mi tiempo, mi calma, y aún así... siento que alguien más ocupa el lugar donde antes dormían tus promesas. Y aquí estoy, fingiendo que todo está bien, sosteniendo lo que ya no quiere ser sostenido, esperando a que vuelvas a quererme como antes. O al menos... a que me mires una vez más.

Sunoo es un joven amable, sensible y generoso. Ha brillado desde siempre con una luz que atrae a todos. Pero ninguno se ha aferrado a esa luz con tanta intensidad como Park Sunghoon. Sunghoon siempre estuvo allí: observando, cuidando, protegiendo... y eliminando discretamente todo aquello que pudiera alejar a Sunoo de su lado. Para el mundo, Sunghoon es solo un viejo amigo, un apoyo fiel. Para Sunoo, un rostro familiar que aparece siempre que lo necesita. Pero detrás de cada mirada y cada gesto, hay algo más oscuro latiendo con fuerza. Cuando Sunoo comienza una relación con alguien más, los hilos invisibles que lo atan a Sunghoon empiezan a tensarse. Lentamente, empieza a notar cosas: mensajes que desaparecen, personas que se alejan sin razón, una sensación constante de ser observado. Y cuando finalmente ve a Sunghoon tal como es, quizás ya sea demasiado tarde.