La Tinta del Corazón
Dejé que vendaras mis ojos, dejé que embaucaras mis oídos, accedí a no usar mis labios con tal de que continuaras dándome alas con las que alcanzarte. Pobre de mí cuando llegué a ti, el ardiente y deseado sol que acabó quemando mis alas para dejarme caer al vacío. Cenizas.